A cúpula das FARC na idade de ouro da guerrilha colombiana, em 2002. (Foto arquivo pessoal). |
Amigos, vale a pena ver a quantas anda o processo de paz na Colômbia. Escolhi este artigo de um especialista na matéria, o coronel do Exército colombiano Luis Alberto Villamarín Pulido. Pelo que ele relata, os "diálogos de paz", na Havana, entre as FARC e o governo do presidente Santos, não estão servindo propriamente à causa da pacificação real do país, mas foram colocados em função da vaidade dos políticos e dos interesses totalitários das FARC. Isso conduzirá, a meu modo de ver, a um reforço da figura do ex-presidente Alvaro Uribe Vélez, em cujos dois governos foram deitadas as bases da pacificação colombiana. A maioria esmagadora dos colombianos quer a paz em bases firmes, sem fazer concessões injustas aos genocidas das FARC. Enquanto isso, os "países bolivarianos", incluído aí o Brasil manipulado e afundado pela petralhada, continuam defendendo os interesses das FARC.
Las estratagemas santistas enfocadas en la búsqueda de un premio Nóbel de Paz, sumadas al prelanzamiento electoral de Humberto De La Calle como candidato presidencial en 2018, y el nuevo anuncio de otro cese unilateral de las Farc, solo han servido para favorecer el plan estratégico de las Farc y en nada han beneficiado a Colombia.
Con ruidosa y calculada presencia mediática, De La Calle fingió dignidad de vitrina al asegurar que para bien o para mal, las conversaciones de paz en Cuba están próximas a terminar y que inclusive en cualquier momento las Farc se podrían llevar la sorpresa que los delegados del gobierno no volverían a la mesa.
Ruido de tonel vacío, complementado con la propagandística interacción vía twitter de Santos con muchos internautas escogidos previamente para esa tarea publicitaria de su proceso, y el remate de corrida de las Farc anunciando un nuevo “cese unilateral” al mismo tiempo que secuestraron un oficial en el Putumayo.
Por desgracia para las esperanzas de paz de los colombianos, ninguna de estas acciones apunta a solucionar el problema, sino por el contrario, a empeorarlo. Con la complicidad de “pacifistas” integrantes del Movimiento Bolivariano y el Partido Comunista Clandestino sumados a decenas de idiotas útiles, las Farc continúan su apertrechamiento clandestino desde la comodidad en La Habana y con el contubernio de los gobiernos proclives de Argentina, Nicaragua, Cuba, Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela, y de algunas autodenominadas “organizaciones sociales” promueven y buscan a toda costa el cese bilateral.
Para el efecto, los negociadores de las Farc y de Juan Manuel Santos, se inventaron la palabra “desescalamiento” del conflicto, modismo inexistente en el diccionario español y procedimiento ajeno a las doctrinas militares o de defensa nacional, colombianas y mundiales.
Así como el concepto de paz es etéreo para el gobierno colombiano y sus delegados colmados por el mutismo en Cuba, el criterio del desescalamiento carece de claridad conceptual y práctica. Acaso podría suponer este invento semántico que el promedio de muertos y heridos actuales reduzca al 90% luego al 80% y así sucesivamente. Aceptarlo así, equivaldría a una afrenta contra las víctimas del narcoterrorismo comunista y demostraría ingenuidad rayana del gobierno nacional frente al plan estratégico de las Farc.
Pero para las Farc cese bilateral y “desescalamiento” del conflicto significan algo diferente: Que las Fuerzas Militares suspendan definitivamente los bombardeos sobre las guaridas, que las tropas se retiren de las áreas de operaciones y les permitan incrementar el reclutamiento y el fortalecimiento de las cuadrillas, que los terroristas sean tratados de igual a igual como ejército revolucionario en condición de fuerza beligerante y que se les permita legitimarse para lanzar la estocada final contra la institucionalidad vigente.
En síntesis para las Farc, “desescalamiento” es la soterrada búsqueda consensuada de un alivio de presión para fortalecerse, y, cese bilateral, es un armisticio en el cual sean reconocidos como fuerza beligerante. Lo negativo del tema, es que por ignorar las verdaderas pretensiones de las Farc, a los altos funcionarios del gobierno y al equipo encabezado por De La Calle en Cuba, actúan a la topa tolondra y son sometidos a las imposiciones permanentes de los terroristas.
Esta realidad parece no hacerles mella, con la extensiva circunstancia agravante que la multiplicidad de desinformación difundida por los medios de comunicación, casi todos enmermelados, tampoco aporta claridad a la opinión pública, que cansada del terror y la barbarie comunista de más de cinco décadas, podría dar el visto bueno a la paz santista, sin evaluar a fondo la realidad del problema.
El congreso de la república, inferior al reto como por negativa característica lo ha sido siempre en la accidentada historia colombiana, no ha cumplido su función frente a lo que se dialoga en Cuba con las Farc. Individual y colectivamente los congresistas actuales defienden intereses particulares o sectoriales, sin consensuar en lo que le conviene a Colombia frente a las Farc y las pretensiones de los terroristas.
Por su parte, en lugar de orientar esfuerzos serios, profundos y efectivos para judicializar a los cómplices políticos y organizativos de las Farc así como de las Milicias Bolivarianas, eje de gravedad del Plan Estratégico reevaluado por Alfonso Cano antes de morir con el nombre de Plan Renacer; el Fiscal General se ha centrado en proponer ridículas penas alternativas para los terroristas y el reconocimiento tácito de la incompetencia de la justicia colombiana, para defender los derechos de las víctimas del narcoterrorismo comunista.
En medio de ese juego de intereses e ineficiencias, las Fuerzas Militares se han quedado solas y sin respaldo jurídico ni político. La implementación de neófitos e improductivos ministros civiles de Defensa, sin excepción, solo ha servido para facilitar vergonzosos casos de corrupción verbigracia la costosa e ineficiente Sanidad Militar, multiplicidad de improductivos asesores y contratistas civiles en asuntos de defensa y seguridad nacional (que además desconocen); pugnas y favoritismos para escoger oficiales en altos cargos de responsabilidad, inadecuada capacitación profesional de los cuadros de mando y muchas otras perlas que indican que las tropas carecen de dirección político-estratégica, pues el presidente Santos cambia a menudo de puntos de vista y no es puntual ni claro en sus mensajes a los soldados.
En síntesis, las ruidosas declaraciones de Humberto de La Calle para ir ambientando su candidatura presidencial en 2018 y su obvio deseo de también ser Premio Nobel de Paz al lado de su mentor Juan Manuel Santos, la fanfarronada santitsta de no gobernar para dedicarse a interactuar por twitter con internautas pre-escogidos con preguntas prediseñadas para respuestas de cajón, y el anuncio de un nuevo cese unilateral de las Farc, son componentes de más de lo mismo.
Y demuestra una vez más, que las Farc si saben para donde van y como quieren meter el narcocomunismo en Colombia, mientras la contraparte navega en la improvisación, sostenida inmerecidamente por el sacrificio, la abnegación y la lealtad de los soldados, que no merecen la incompetencia de dirigentes políticos actuales.
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