La situación postelectoral del Brasil está compleja. Difícil de entender, como son difíciles de entender los procesos que están desarrollándose en varios países de la America Latina acosados por el populismo en ascenso a lo largo de las últimas dos décadas. Parece que el furor populista está perdiendo fuerza. Pero es una cuestión de años su substitución por opciones más razonables y conservadoras. Por el momento, lo que se enfrenta en Venezuela, Argentina, Brasil, es consecuencia directa de la irracionalidad populista, que se acentuó a lo largo de la última década. Los regímenes populistas agonizan durante años. Y enpobrecen a los países a los que se conectó esa especie de boca de vampiro que chupa sangre.
El PT, en el poder hace doce años, y que continuará al frente del Estado brasileño por más cuatro, le está saliendo muy caro a los contribuyentes de este país continente. El principal problema que veo en estos regímenes populistas chupasangres es que utilizan dos cartillas para su actuación política: la de las democracias liberales y la cartilla rusoniana. Son dos cartillas diferentes, pero que a la hora de la pelea se ponen a funcionar, aparentemente por caminos diversos, pero conduciendo siempre al mismo despeñadero de las institucionbes republicanas, dando lugar a regímenes de fuerza vecinos al totalitarismo. Es lo que está pasando ya hace décadas en Venezuela. Es lo que sucede en la Argentina. Y es lo que está pasando también en Brasil.
El PT, en la "Carta ao Povo Brasileiro", publicada por Lula antes de las elecciones del 2002, destacaba que se respetarían las instituciones republicanas, la tripartición de poderes y la representación (en el terreno político) y que, en lo económico se resguardarían las instituciones financieras que garantizan el libre mercado y se cumplirían los contratos internacionales. Era una declaración de tipo socialdemócrata, muy próxima a lo que constituía el credo del Partido de la Socialdemocracia Brasileira, el PSDB, de Fernando Henrique Cardoso.
Pero paralelamente el PT estaba desarrollando otra política, entre bambalinas, no reconocida públicamente y que era coherente con las plataformas petistas anteriores al 2002. Decía relación esta política con la constitución de un rígido núcleo de poder que pondría las empresas estatales y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (el BNDES) al servicio del financiameniento del Partido de los Trabajadores, a fin de que, con el auxilio de recursos inmensos, se constituyera en lo que Antonio Gramsci denominaba "El Nuevo Príncipe". Lo que se buscaba con esta parte de la política petista era la hegemonía partidista. El PT como dueño indiscutible del poder, para siempre.
Paralelamente, la intelligentsia petista desarrolló otra serie de contactos con los llamados "movimientos sociales" (Sin Tierra, Indígenas, Quilombolas, Estudiantes por el cupón libre en transportes públicos, Comisión de la Pastoral de la Tierra, Pastoral Indigenista Misionera, etc.) y con el crimen organizado, siendo la más importante vinculación del PT la llevada a cabo por políticos regionales petistas del Estado de S. Paulo con el PCC (Primeiro Comando da Capital), un cartel de la droga muy poderoso que domina en el estado de São Paulo y que hoy en día controla los presidios federales en várias regiones del país. La "ayuda" de este grupo del crimen organizado no ha sido despreciable: en períodos anteriores a las elecciones, a lo largo de los últimnos diez años, el PCC se ha encargado de desatar ondas terribles de crímenes contra las fuerzas del orden, muy curiosamente en Estados no gobernados por petistas (São Paulo, Paraná, Rio de Janeiro, Maranhão, Minas Gerais, Santa Catarina...). A pesar de que ha habido registro de esto en la prensa, una investigación oficial al respecto está por realizarse. Parece que a nadie le interesa meter la mano en ese avispero.
Consecuencia: las políticas del PT, tanto las oficiales como las paralelas, han conducido a un deterioro de las instituciones republicanas. Esto se ha traducido en dos affaires: el Mensalão (que culminó con la condenación de los implicados por el Supremo Tribunal Federal en 2013) y el Petrolão (que está siendo investigado por la operación Lava Jato y que desvió de la Petrobrás más de 10 mil millones de dólares, que terminaron beneficiando al PT y a políticos corruptos de la base aliada del gobierno).
Lo que queda claro de todo esto es que los populismos le salen caro a los países en que esa modalidad de gobierno se instala. Recordemos que el fenómeno neopopulista es una mezcla de la forma patrimonialista de gerenciar el Estado (administrando el bien público como si fuera propiedad familiar) con la modalidad del mesianismo político (que identifica en un líder carismático la salvación de la Nación, pasando por encima de las instituciones republicanas, como lo ha hecho Lula en Brasil a lo largo de la última década).
En Brasil, en este período postelectoral, se han escuchado voces que delatan el mal que el populismo irresponsable le hace al país. En reciente entrevista a la emisora de TV Globo News, el candidato derrotado del PSDB, Aécio Neves, afirmó que perdió la elección para un partido que se aproximó más a una organización fuera de la ley. La gente en Brasil sabe que el PT y aliados "fizeram o diabo" ("hicieron diabluras") en las pasadas elecciones, inventando mentiras contra sus desafectos, elaborando dossiés falsos, amedrontando a los más frágiles ("si usted vota en el PSDB perderá lo que ha ganado"), etc., utilizando la estructura oficial (correos, propaganda y comunicaciones pagados por los contribuyentes).
Por otra parte, Zander Navarro, crítico de izquierda, en artículo reciente ("A tragédia petista-2", O Estado de São Paulo, 30 de noviembre de 2014), afirmó que "El PT dejó de pensar y se conformó con las delicias del poder y del dinero". En otro artículo publicado en la misma fecha por el diario mencionado, Fausto Sergio, superintendidente ejecutivo del Instituto Fernando Henrique Cardoso, en un artículo titulado: "O petrolão não é um fato isolado", destacó que la enfermedad de la corrupción en beneficio del PT "se instaló en los fondos de pensión, en las estatales, en los bancos y en las agencias reguladoras", mermándole a la sociedad la capacidad de fiscalizar la gestión pública. Y el ex-senador Jarbas Vascondellos del Partido del Movimiento Democrático Brasileiro (PMDB), aliado del gobierno, al despedirse del Senado para asumir la curul que ganó en la Cámara de los Diputados, afirmó que continuaría haciéndole oposición a un Partido (el PT) que cambió el programa partidista por las manipulaciones oscuras para robarle dinero al contribuyente.
Cómo superar ese estado de cosas? A mi modo de ver son necesarias acciones de la sociedad en tres frentes: económico (mediante el fortalecimiento de la economía de mercado y la organización de empresas netamente capitalistas independientes del Estado); político (mediante la revalorización de la representación y el sanemiento de la vida político-partidista) y cultural (mediante una crítica, desde el punto de vista liberal, a las prácticas de privatización del Estado de los líderes bolivarianos en la América Latina en los últimos veinte años). Es lo que algunos, en Brasil, llaman con el nombre de "resistencia cultural". El neopopulismo será derrotado mediante el ejercicio de la razón aplicado a la economía, la política y la cultura.
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