Las FARC tienen la desfachatez de solicitarle al gobierno colombiano utilizar los servicios de UNASUL para negociar un acuerdo de paz, después de no haberle dado garantías a la nueva administración presidida por Juan Manuel Santos, de que dejarán de practicar el terrorismo. Tiene toda la razón el vicepresidente Garzón, al rechazar esa farsa.
Ni las FARC ni UNASUL tienen autoridad moral para negociar una salida pacífica al conflicto. Las FARC no la tienen, pues no han dado pruebas convincentes de que desean abandonar el terrorismo (una prueba sería libertar incondicionalmente a todos los secuestrados en su poder). En cuanto a UNASUL, todo el mundo sabe que se trata de una organización comandada por el Foro de São Paulo, al servicio de la resurrección ectoplasmática del cadáver del comunismo en América Latina. La reciente reunión del Foro de São Paulo en Buenos Aires fué una prueba adicional de la orientación de ese colegiado, que se mantiene agarrado a la más retardataria visión de mundo, inspirada aún por el marxismo-leninismo.
Es pena que el Brasil continúe vinculado a ese mostrengo. Constituye un riesgo, sin lugar a dudas, para la democracia en nuestro continente, el que la candidata del presidente Lula para las próximas elecciones no haya dado pruebas de que se distancia del Foro de São Paulo. Muy por el contrario: uno de los cerebros de la campaña de Dilma Roussef es un conocido marxista-leninista, defensor de lo que hay de peor en materia de regímenes contrarios a los derechos humanos, el señor Marco Aurélio García. Como la opinión pública brasileña rechazó con coraje las propuestas totalitarias del Programa Nacional de Derechos Humanos presentadas por el gobierno Lula, en Diciembre pasado, los estrategistas del PT optaran, como se dice, por "tomarse la sopa por la orillita", presentando al Foro de São Paulo, como propuesta para orientar a los gobiernos de la región, los items principales de esa aberración jurídica, uno de los cuales consiste en la estatización de la prensa, acabando con la libertad de información. La propuesta, como todo el mundo sabe, fué aprobada, con aplausos a Chávez, a la dictadura de los hermanos Castro y a los avances en los índices de intención de voto favorables a la candidata de Lula. Así las cosas, si Dilma es elegida en Octubre, el Brasil correrá el riesgo de cerrar definitivamente las puertas para su ingreso en el primer mundo, como es la pretensión de los actuales líderes brasileños. La primera medida será, ciertamente, el cierre de la prensa libre en el Brasil, muy probablemente bajo las órdenes del futuro ministro de las comunicaciones del PT, el exguerrillero Franklin Martins, que de ex no tiene nada, llevándose en consideración el hecho de que él es, aún, un estalinista de tiempo completo. El Brasil, desgraciadamente, continuará siendo el eterno "país del futuro", que optó, en estos momentos, por una versión aún más atrasada de patrimonialismo, la inspirada en el comunismo cubano. Eso si el actual candidato de las oposiciones, el exministro y exgobernador de São Paulo, José Serra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) no toma la sartén por el mango y decide, en la recta final de esta modorrenta campaña, atacar directamente a Lula y a su política de aberraciones populistas. Es lo que la opinión pública brasileña espera.