Acaba de salir a la luz pública el nuevo informe de Diarios de América,centrado en la trágica constatación del aumento desmesurado de la violencia en las ciudades latinoamericanas.
El informe indica que hay algo en común en la escalada de la violencia en las ciudades latinoamericanas. Se trata de la ausencia de políticas públicas que respondan a ese problema. Se ha constatado, también, que el caudal de violencia aumenta, en la medida en que, desde el punto de vista de las políticas económicas, no hay un estímulo grande para la generación de empleos.
Una y otra causas (ausencia de políticas públicas de seguridad y ausencia de políticas económicas favorables a la inversión) provienen de la estructura patrimonialista del Estado en estas sociedades. Heredamos de España y Portugal el vicio privatizante: el Estado es gerenciado como propiedad familiar y es entendido como fuente de enriquecimiento por la casta gobernante. Esto hace que los "dueños del poder" sólo cuiden de mejorar sus ingresos mediante la distribución fraudulenta de parcelas del dinero público, en un carnaval de corrupción difícil de ser estancado.
El ejemplo más evidente lo tenemos en Brasil, con la serie de "actos secretos" del Senado de la República, para beneficiar a familiares y amigos de los honorables Senadores. En estos días, otro ejemplo viene a ser dado por el gobierno Lula: va a castigar a los empresarios rurales con la exigencia de increíbles índices de productividad, que pasarán a ser obligatorios so pena de que las propiedades abajo de ellos sean desapropiadas para la reforma agraria. Esta medida ha sido aprobada por fuera del Congreso, en actos de pretendida legitimación con las centrales sindicales y con "consejos técnicos", en los que los más importantes participantes son los militantes-ladrones del Movimiento de los Sin Tierra, que se han especializado en invadir propiedades productivas.
Por debajo de esta medida evidentemente populista está el dedo maligno de José Dirceu, la eminencia gris del régimen lulista. Dirceu es un comunista convicto, para quien la propiedad privada no vale nada. Recordemos que Lula lo tiene como uno de sus consejeros más próximos, a pesar de haber sido defenestrado del gobierno por causa del escándalo conocido con el nombre de "mensalão". Vale la pena no olvidar, por otro lado, que Lula es, junto con Fidel Castro y las FARC, fundador del Foro de São Paulo, que tiene como finalidad dar vida nueva al comunismo internacional, ya sepultado en otros Continentes.
Es evidente que con un "estímulo" de esta naturaleza, se irá por el suelo la productividad del sector del agronegocio en Brasil, que es la gallina de los huevos de oro, que le ha garantizado al propio gobierno Lula el recaudo extraordinario de impuestos, que por su vez le han permitido al gobierno ostentar aumentos significativos en las reservas cambiales del país. Esas reservas, a bien de la verdad, a lo largo de este año han entrado en baja, por causa del desmedido gasto público con los llamados "programas sociales" de Lula, que miran a incrementar la campaña de la candidata oficial Dilma Roussef a las elecciones presidenciales del 2010.
Cuál es el remedio para que los países latinoamericanos puedan salir del mal de la violencia que los afecta crónicamente? Sólo hay un camino: Cambiar la cultura patrimonialista por una educación cívica que enseñe que el espacio público es de todos, comenzando por el Estado. Y reconstruír, a partir de esta convicción, los canales de representación ciudadana en la gestión del poder público.
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