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quarta-feira, 24 de fevereiro de 2010

LA UTOPÍA ARCAICA


Foto oficial de la reunión del Grupo de Rio, en México, que creó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe

Voy a tomarle prestado el título de uma de sus obras a Vargas Llosa, para titular mi comentario. Fué creada en la pasada reunión del Grupo de Río, en México, la “Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe”, con la finalidad inmediata de incomodar a Barack Obama, quien ha dejado claro que los latinoamericanos deben hacerles frente a sus propios problemas, sin pretender que los Estados Unidos o los demás países desarrollados se los solucionen. Es la actitud del adolescente que no quiere abandonar las ventajas de la casa paterna, pero que desea hacer uso de su libertad, evidentemente cuando le conviene. La propuesta de creación del organismo fué del presidente mexicano, siendo aceptada inmediatamente por los mandatarios presentes. La primeira nota de la nueva organización consistió en dejar por fuera a los Estados Unidos y al Canadá. Cuál sería el criterio de esta exclusión? A mi modo de ver, de pura retaliación y de complejo de inferioridad. No pueden participar en un foro que abrigue a las Américas aquellos que hayan llegado al Primer Mundo. El único que se opuso a esta descabellada exclusión fué el presidente colombiano Alvaro Uribe Vélez. Pero quedó en evidente minoría y tuvo, además, que responder con fuerza frente a los groseros ataques de Hugo Chávez y del presidente boliviano Evo Morales.

El Brasil, como de costumbre, asumió una posición ambigua, pues en otros foros quiere aparecer como miembro de los países que ya han dejado las sendas del subdesarrollo; pero en esta oportunidad no perdió el chance de salir en la foto, como uno de los protagonistas del discurso tercermundista. La retórica del presidente Lula fué lastimable. Hizo de la solidaridad con la presidente argentina frente a la cuestión de las Islas Malvinas, el centro de sus reivindicaciones. Como si tales reclamos tuvieran algún sentido, justamente en un momento en el que el gobierno de Buenos Aires se hunde en la corrupción y en el enriquecimiento ilícito, realizado a la vista de todos por la pareja presidencial. Lula bailó el ridículo tango montado por la Casa Rosada en período de crisis. Algo muy diferente a la sobria actitud de la diplomacia brasileña cuando el borrachín Galtieri, hace treinta años, hundió a su país en una guerra suicida, como salida para la corrupción y la ingobernabilidad en las que sucumbió el régimen militar argentino.

Un organismo paralelo a la OEA, pero sin los países más desarrollados del Hemisferio, Estados Unidos y Canadá. Los cuales, dígase de paso, les garantizan a los latinoamericanos buena parte de las compras de sus productos. En el caso de las relaciones del Canadá con Cuba, los canadienses han abierto tradicionalmente las puertas al comercio con la Isla, pemitiéndole al régimen de los hermanos Castro sortear de forma limitada el bloqueo estadunidense. En este último aspecto, al excluír al Canadá, ciertamente la posición de los cubanos en la creación del organismo paralelo fué desastrosa.

Es explicable la rabia de no pocos gobiernos de la región hacia los Estados Unidos: éstos son los que pagan el 60 por ciento de las cuentas de la OEA. Rabia típica de adolescente inmaduro. Vamos a ver cómo los fundadores de la nueva entidad irán a saldar las cuentas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Pues por lo visto, a muchos de ellos no les gusta arcar con los costos de estos organismos. Sólo se interesan cuando pueden sacar ventajas inmediatas. Es claro que la posición de la OEA quedó muy debilitada, especialmente a lo largo de la insosa gestión del señor Insulza, que se plegó al criterio de lo políticamente correcto, para no desagradar a los “progresistas” Chávez y el dueto Castro. En los episodios que tuvieron lugar en 2008, frente al bombardeo del ejército colombiano al campamento de las FARC en Ecuador, la OEA fué prácticamente nula. El Secretario General de la Organización no quería desagradar de ninguna manera a los dos gobiernos que estaban cercando al país colombiano, al concederles albergue incondicionado a los traficantes-guerrilleros en sus respectivos territorios.

Desaparecerá la OEA? Posiblemente no. Respondo con tres razones:

En primer lugar, porque la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe es apenas un esbozo y la Organización de los Estados Americanos es, a pesar de los pesares, una entidad que funciona hace ya varias décadas y les presta servicios a sus miembros en los terrenos educacional, cultural, jurídico, de salud pública y de obras de infraestructura.

En segundo lugar, porque, tarde o temprano, los varios países fundadores de la nueva Comunidad van a darse cuenta de la necesidad de darle rumbos positivos a la misma, a fin de no dejarla caer en las garras de los dictadores comunistas que quieren expandir su régimen al resto de las naciones latinoamericanas y caribeñas. Me refiero directamente a los hermanos Castro y a Chávez. No hay duda de que el modelo por el que este último ha optado en su “revolución bolivariana” es el comunismo. Ya lo ha proclamado de forma clara el fanfarrón de Miraflores. Y tanto él cuanto los tiranos cubanos preferirán ver reducida a cenizas a la Comunidad de Estados Latinoamericanos, si se dan cuenta de que no la pueden dominar hegemónicamente, como es del gusto de los militantes marxistas-leninistas.

En tercer lugar, porque los Estados Unidos y el Canadá continuarán negociando sus tratados bilaterales de libre comercio con los países de la región, como ya lo han hecho con Chile, con el Perú y como lo están haciendo, en su fase final de negociación, con Colombia y con varios países centroamericanos, amén de la vinculación de México al Nafta, que aún se mantinene en pie, a pesar de la crisis financiera internacional.

Conclusión: la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe tiene más la apariencia de una “Utopía Arcaica”, construída mirando por el espejo retrovisor de la historia de proteccionismos, prejuicios, autoritarismos y dogmatismos, heredada de nuestra ancestral tradición contrarreformista.

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